21/4/16

Quince Palabras.

Odio pedir fuego por la calle, realmente es algo que detesto, pero como siempre, salí apurado de casa y olvidé la mayor parte de las cosas útiles, entre ellas mi teléfono celular y mi encendedor. Hace días que no duermo, las cosas están pasando demasiado rápido de a momentos, en otros, parece que el  tiempo se detiene, no estoy seguro de cuantas horas dura un minuto, mucho menos de cuantos minutos tiene una hora.
Otra vez volver a casa, a seguir perdido en esta realidad confusa. Desde la mesita de diseño exclusivo y precio ridículo que me regaló ella, me saluda el encendedor, cómodamente apoyado al lado del cenicero. De todos modos, ahora no lo necesito, ya que olvidé los cigarrillos en la barra del bar, como les dije, la realidad es confusa desde que mi cabeza decidió no apagarse nunca.
Ya estoy cansado del blanco del techo, debería pintar, así por lo menos no es tan aburrido mirarlo, tal vez debería pintarlo de rojo, como tormento final, un eterno recordatorio a sus labios, que me miran desde arriba, perderme en ese rojo, como hice tiempo atrás cuando su boca era mía.
Creo que es de día y que es fin de semana, por ende no tengo que ir apurado a ningún lugar, a menos que me haya olvidado, de cualquier manera, no es importante. Solo sé que no tengo que salir de casa, puedo apoyar los pies en esa maldita mesa y tomar vino hasta que el mareo intente ganarle al insomnio, algo que intento y que tal vez logré, aunque como de casi todo, no estoy seguro.
Estoy seguro de que la perdí, estoy seguro de que mis miedos destruyeron ese amor que nos tuvimos. Todavía me siento a mirar la puerta, esperando a que regrese, que pase por debajo de la arcada del living, me bese, se saque los zapatos y arroje la cartera sobre el sillón para acompañar mi copa con caricias en silencio.
Nadie va a pasar esa puerta, lo único que va a pasar sin pena ni gloria, son las horas, o los minutos o lo que sea que sirva para medir el tiempo de la gente que no duerme. Creo que ya no es más fin de semana, pero sigue siendo de día, seguro es tarde y ya debería haber salido a hacer algo que no recuerdo. Tengo que calmarme, intentar respirar, buscar ese lugar que me dijo el psiquiatra y llevar allí mi cabeza. La casa se me viene encima, debería pintar el techo y las paredes de blanco, para que ayude a relajarme y olvidarla.
Pero esta fue mi elección, me volví adicto a esta situación, a no dormir, al recuerdo. Esperar sentado frente a la puerta es mi droga favorita, todo lo demás es un placebo para cuando no puedo hacerlo. Ella nunca va a cruzar la puerta, el que hace mucho cruzó la puerta sin darse cuenta fui yo.
Debería pintar, el blanco es aburrido.


1 comentario:

Todas y cada una de las entradas del blog son producto de la debil condicion mental del/los miembros del staff, dependiendo de la medicacion ingerida en el dia, los miembros pueden ser uno o miles, si este texto perdio todo tipo de simpleza, imaginate ahora que vamos a dejar de usar los espacios para que el texto parezca dicho a los pedos como los locutores de la radio que en las publicidades hablan rapidito porque el segundo es caro, mira:todoslosnombresysituacionesmencionadasenatuviejalegusta.blogspot.com
sonpuramenteconjeturasderivadasdelabusodelasllamadasdrogasduras
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19brumariodedosmildiescisiete



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